Ignacio y sus amigos esperaban en aquel callejón húmedo, frío y solitario. Tenían cuentas pendientes con varias bandas a cuenta de los robos, trapicheos y estafas, que cometían en el barrio.
En uno de aquellos encuentros, Ignacio había acabado con la vida de uno de los matones , que resultó luego ser hermano del jefe. Este les había retado a Ignacio y a los suyos a verse allí y solucionar sus problemas.
De repente, en la noche oscura aparecieron en el callejón. Sonaban los gritos, los disparos. Corría la sangre. ¡Parecía una película de terror!, pero era la vida real.
Unos minutos más tarde, todo estaba tranquilo. Varios amigos suyos y él mismo se arrastraban por el suelo moribundos, cubiertos de sangre.
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